
En los próximos días nos veremos irradiados, expuestos, tocados de alguna manera, por una cantidad descomunal de publicidad en torno al “día de los enamorados” y hay que estar preparados para no terminar quedando como un “aguafiestas”, una vez mas, para variar.
Año a año, las grandes marcas se empeñan en martillarnos la cabeza con las imágenes de lo que el día de los enamorados, supuestamente, convoca. Pero nada de lo que este “festival gratuito del cliché” presenta, se parece minimamente a estar enamorado.
De estar enamorado se pueden decir algunas cosas. Los aspectos clínicos son los mas claros: palpitaciones, insomnio, irritabilidad, sudoración, falta de concentración… y la lista sigue. Atención, porque este cuadro tambien puede asociarse con un infarto o un ataque de pánico y, aunque estos tienen su día tambien, no vemos a nadie caminando por la calle, feliz, con una caja de aspirinetas en la mano.
Si hay algo que caracteriza el estar enamorado es el caos, hermoso hermoso caos. En este estado, la improvisación, la desprolijidad y el ridículo, son moneda corriente. Y es que, nadie espera enamorarse. El amor llega como una redada de la DEA, abre puertas a las patadas, vacia cajones, nos huele y finalmente nos halla, escondidos y a oscuras en el fondo del placard de nuestras propias limitaciones.
El individuo confronta su propia experiencia con esto “nuevo” que le pasa y no halla respuestas. Y es que no tiene porque saber como reaccionar, porque el amor es una irrupción, un paréntesis maravilloso a tanta normalidad.
Los pasos que den los enamorados serán, a prueba y error, sin un plan. Si la cosa va bien, todo concluirá en una linda anécdota que, ni por asomo, se parece a ningún comercial de los que veremos en estos días. Por eso, esos spots con parejas tan perfectas en situaciones tan prefabricadas huelen tan mal. Si, se parecen mucho a un ideal, pero los enamorados no tienen la culpa de que los ideales sean tan pobres, tan holywoodenses. Si, puedo querer eso tambien, o puedo querer a la persona que tengo al lado, cuando se despierta con aliento y a poco de verme, sonríe, mas linda que la noche anterior.
Sin embargo, las grandes marcas pretenden hacer pasar esta borrasca fenomenal, que es estar enamorado, por el aro de las convenciones y pareciera que lo más fácil sigue siendo sucumbir, dejarse hacer. La pregunta, aunque zonza, tiene su fondo: ¿Vale la pena?
El día de San Valentín, además de ser uno de los días de mayores ingresos para muchas marcas, tiene un triste record tambien, y es el de ser, la segunda fecha del año con mas suicidios en todo el mundo. Vale decir que la primera es Navidad. Vale porque habla de lo mismo. Los medios nos contaminan con su “ideal” y si ese ideal no se parece a mi vida, pues bien, soy menos, soy otra cosa o no existo. Desde este lugar es donde el mero hecho comercial se vuelve un fenómeno difícil de tragar.
Uno puede distinguir, uno sabe que no se parece en nada al modelo del aviso, pero sin embargo, en algún momento del día habrá de sentirse un poquito desgraciado porque, en definitiva, nada se parece al aviso. Uno puede distinguir si, pero, ¿que hay de los millones de personas que están solas en el mundo, sin herramientas para decir: el aviso esta para vender, esa no es la vida? ¿Y que hay de los que tienen herramientas y tampoco pueden evitarlo? Nadie merece sentirse menos si su vida no se parece a un aviso.
Nada mejor que tomarse un día para la pareja en un mes tan cortito y tan poca cosa, como puede ser Febrero. Pero, a ver, ¿Por qué no tomarse un día a la semana, de todas las semanas, para sacar la vista del monitor y mirar a esa persona que elige compartir un tramo de nuestra vida con nosotros? Mirar a la persona y tratar de verla como si fuera la primera vez.
Nada mejor que tener siempre presentes a los héroes, que en nuestra propia vida, nos inspiran con sus amores enormes y tan poco comerciales, a seguir buscando, a seguir creyendo que por ahí, hay una persona que será para nosotros, como un rayo, tan inevitable y tan capital.
Eso y que el puto día de San Valentín se vaya a tomar por culo.
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